A juzgar
por lo que ha costado determinar su profundidad, podemos decir que el abismo de
Hranice, en la República Checa, es un hueso duro de roer.
Desde que
fue descubierto en 1999, el espeleólogo polaco Krzysztof Starnawski lo ha
visitado muchas veces.
"Desde
el principio supe que se trataba de una cueva muy, muy grande", le dijo a
BBC Mundo tras 17 años de investigación y una semana después de que constatara
que tiene 404 metros, lo que la convertiría en la cueva bajo el agua más
profunda del mundo, desplazando al Pozzo del Mero, en Italia, que tiene 392.
Pero se
sorprendió cuando descubrió que este abismo completamente negro tenía un
pequeño pasadizo que daba a un túnel vertical gigante.
Lo
intentó explorar con una sonda, pero a los 384 metros se le terminó el cable.
Un año
más tarde, se volvió a sumergir y constató que ese pasadizo estrecho se había
ensanchado lo suficiente como para que pudiera pasar.
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