El ex primer ministro de Portugal es
reconocido como un férreo defensor de los refugiados por sus dos mandatos al
frente del ACNUR
Ingeniero
de formación y ferviente católico, Guterres, de 67 años, fue entre junio de 2005 y
diciembre de 2015 el responsable del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados (ACNUR).
Durante
todo ese periodo, su discurso estuvo orientado a advertir a los países ricos
que debían hacer más por los refugiados y que los millones de personas que
huyen de los conflictos en Siria, Irak o Afganistán acabarían viniendo a Europa
si países como Jordania o Turquía no recibían más recursos para hacer frente a
su llegada. Una advertencia que resultó precisa ante la mayor crisis de refugiados
que vive la Unión Europea desde la Segunda Guerra Mundial.
"Los
que dicen que no pueden recibir a los refugiados sirios porque son musulmanes están
apoyando a las organizaciones terroristas y les permiten ser mucho más
efectivas para reclutar", disparó Guterres en diciembre pasado, poco
antes de terminar su mandato en el ACNUR.
Sus dos
mandatos al frente de la agencia de la ONU estuvieron marcados por las reformas
de sus estructuras internas y por la reducción de un tercio el número de
trabajadores en su cuartel general de Ginebra.
Según el
ex presidente de Portugal, Anibal Cavaco Silva, Guterres dejó un
"legado" en el ACNUR y ahora "es una voz respetada y escuchada
en todo el mundo".
Un hombre
de acción
Considerado
durante años como posible candidato a la presidencia de Portugal, el socialista
Guterres explicó que prefería "jugar al fútbol" que ser
"árbitro". "Me gusta la acción, estar en el terreno. Me
gustan las cosas que te obligan a intervenir permanentemente", dijo en una
entrevista en enero a la cadena pública RTP.
Nacido en
Lisboa el 30 de abril de 1949, entró en el partido socialista portugués tras la
Revolución de los Claveles de 1974, que puso fin a casi cinco décadas de
dictadura. Poco después de ser elegido líder del partido, añadió una rosa roja
al puño cerrado que era el símbolo tradicional de la organización.
Fue un
cambio de imagen política que capturó además el lado más suave y gentil de
Guterres y que hizo, entre otras cosas, que sea considerado un modernizador.
También pagó dividendos: luego de un decenio fuera del poder, los
Socialistas ganaron las elecciones en 1995 y ascendieron al gobierno con
Guterres como primer ministro.
Guterres se dio a conocer así como parte de una nueva generación de
socialistas
modernizadores que incluyó al primer ministro británico Tony Blair. Fue
admirado por su elocuencia, inteligencia y moderación.
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Portugal
vivía entonces un rápido crecimiento económico, casi sin desempleo, que le
permitió poner en marcha el salario mínimo, una de las medidas estrella de
su gobierno. Europeísta convencido, se puso como objetivo cumplir con los
criterios para entrar en la moneda única europea y estuvo entre los 11 primeros
países que adoptaron el euro en 1999.